A las seis de la mañana me obligo a abrir mis ojos y a ordenar mis piernas que caminen.
Bici durante 17 minutos. Unas 700 pedaladas siempre sientan bien a las 6 y media de la mañana!
Se detiene, es mi parada.
Casas bajas, estilo fábrica.
¿Es mi parada? ¿Estoy en medio de la nada?
Pregunto unas 3 veces y la última me lleva hasta esa escuela infantil donde reina la magia.
Encuentro la puerta y la atravieso.
Tres maestras me miran y sonríen, mis compañeras me dan la bienvenida, esa tan esperada y que en España nunca se produjo.
Con un apretón de manos que caracteriza a los suecos pude llegar a sentir más ilusión y emoción por conocerme que los dos besos fríos y distantes de muchas maestras españolas.
Dejo el abrigo y me dirijo a conocerles.
Esos niños me miran y empiezan a soltar palabras ilegibles para mi, pero llenas de intensidad. Escucho con atención, pero mi mente no es capaz de descifrar el mensaje.
Los niños sonríen y comienzan a interactuar conmigo como si el lenguaje no fuera un problema. Jugamos, corremos, nos reímos y nos entendemos sin palabras.
Es alucinante la necesidad, cuando sientes que debes comunicar algo, lo haces aunque no sea por el camino tradicional.
No existen estatus, tratan a los niños como personas inteligentes que son, les proporcionan la autonomía necesaria y la ayuda que demandan. Les educan y les enseñan a ser independientes.
A mi me regalaron unas…107 sonrisas cada uno y era el primer día.
Es normal qué todos te regalen sonrisas y besos, tu eres como ellos una pequeña PRINCESA.
ResponderEliminarPD.A las profes españolas les falta la categoria qué tú tienes.