jueves, 1 de abril de 2010

Primer día de prácticas en el país de los niños.

A las seis de la mañana me obligo a abrir mis ojos y a ordenar mis piernas que caminen.

Bici durante 17 minutos. Unas 700 pedaladas siempre sientan bien a las 6 y media de la mañana!

Siete de la mañana y me encuentro en el autobús que me llegará un poco más cerca de mi sueño.

Ocho y 7 minutos, sentada en otro autobús, cada vez más cerca.

Se detiene, es mi parada.

Casas bajas, estilo fábrica.

¿Es mi parada? ¿Estoy en medio de la nada?

Pregunto unas 3 veces y la última me lleva hasta esa escuela infantil donde reina la magia.

Doy una vuelta alrededor, he llegado 25 minutos antes de lo previsto.

Encuentro la puerta y la atravieso.

Tres maestras me miran y sonríen, mis compañeras me dan la bienvenida, esa tan esperada y que en España nunca se produjo.

Con un apretón de manos que caracteriza a los suecos pude llegar a sentir más ilusión y emoción por conocerme que los dos besos fríos y distantes de muchas maestras españolas.

Me quito los zapatos, que sustituyo por calcetines gordos.

Dejo el abrigo y me dirijo a conocerles.

Esos niños me miran y empiezan a soltar palabras ilegibles para mi, pero llenas de intensidad. Escucho con atención, pero mi mente no es capaz de descifrar el mensaje.

“Jag heter Laura, jag talar spanksa", esa fue mi presentación.

Los niños sonríen y comienzan a interactuar conmigo como si el lenguaje no fuera un problema. Jugamos, corremos, nos reímos y nos entendemos sin palabras.

Es alucinante la necesidad, cuando sientes que debes comunicar algo, lo haces aunque no sea por el camino tradicional.

El profesorado es inmejorable, tres profesoras por aula, no jóvenes, tampoco mayores. Expertas, bien formadas, y lo más importante con esa energía necesaria para transmitir a sus pequeños.

No existen estatus, tratan a los niños como personas inteligentes que son, les proporcionan la autonomía necesaria y la ayuda que demandan. Les educan y les enseñan a ser independientes.

Al salir, de nuevo, me di cuenta del por qué quiero ser maestra, del por qué quiero trabajar con diminutos seres que te dan todo sin conocerte de nada.

A mi me regalaron unas…107 sonrisas cada uno y era el primer día.

Cuando pasen los 20 días, quizás pueda llenar cajas y cajas de besos, abrazos y sonrisas de esos hombrecitos. Me las llevaré a España!

1 comentario:

  1. Es normal qué todos te regalen sonrisas y besos, tu eres como ellos una pequeña PRINCESA.

    PD.A las profes españolas les falta la categoria qué tú tienes.

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