Rubia sueca

Todos los martes finalizan en HG, después de la pre-party en algún corridor, la duración de ésta es de unas dos horas.

No queríamos hacer lo que todos los martes, no queríamos hacer lo mismo que todas las personas y no queríamos escuchar las canciones que una y otra vez suenan en la radio, en las discotecas, en las pre-parties y en tu maldita cabeza.

Así que, mi pelo sugirió una idea: ¡Darme mechas! Mi sonrisa salió después de haber estado algún día escondida y mis ojos se ilumnaron y no por lágrimas.

Ana y Marina asintieron, con cara de ¿estás segura que quieres dejar tu pelo en nuestras manos?

Yo recordé el día anterior en el cual había entrado en una peluquería para preguntar el precio de las mechas y la contestación fue ¡120-130 euros! Tuvieron que escribírmelo en la caja reguitradora, porque después de repetirmelo 4 veces mi mente pensaba que lo seguía entendiendo mal, y el problema estaba en que no asimilaba el precio, el excesivo precio!

Con el tinte más barato de H&M, 5.90, en mi mano, y una vez traducido las instrucciones del sueco al español (el novio de Marina realizó esa misión), comenzamos a sacar mechón a mechón por ese elegante gorro-colador.
Una vez hecho, se me antojó que quería mechas en la parte de abajo. Mis deseos se convirtieron en realidad.

Lavado de pelo, mascarilla y de nuevo un segundo lavado.

El proceso estaba llegando al final. Lástima porque era pronto, sólo las 12 de la noche, hora prudente, razonada y habitual de ponerse mechas.

Yo esperaba un rubio sueco como resultado, por eso de que me estoy adaptando concienciadamente al país, pero el resultado fueron un "grupillo" de mechas esparcidas por todo mi pelo, eso sí estupéndamente dadas!

No conseguí el objetivo final, pero sé que lo lograré antes de mi vuelta a España.